Uso de la Sanguijuela

Desde la Antigüedad hasta ya avanzado el Siglo XIX, se creía que muchos padecimientos procedían de la "mala sangre”' y que la cura más eficaz consistía en reducir su volumen, mediante las famosas “sangrías”. El remedio solía ser peor que la enfermedad, porque algunos pacientes perdían tanta sangre que morían.

Se llama sangría a varios procedimientos relacionados con la extracción de sangre de un paciente para el tratamiento médico de diversas dolencias. Puede ser hecha de diversas maneras, desde una simple incisión en una extremidad hasta el uso de la flebotomía para extraer la sangre de una vena periférica mediante una aguja y, por supuesto, la utilización de sanguijuelas.


Éstas fueron usadas para extraer sangre como parte de un proceso para “balancear” los “humores” del cuerpo que, según Hipócrates, debían mantenerse en balance para que el cuerpo funcionara adecuadamente. Los cuatro humores de la filosofía médica antigua eran sangre, flema, bilis negra y bilis amarilla.

Según esa teoría, cualquier enfermedad que provocara el enrojecimiento de la piel, como la fiebre y la inflamación, debía haber surgido de un exceso de sangre en el cuerpo. Si el comportamiento de una persona era estridente o destemplado y “sanguíneo”, se pensaba que sufría de un exceso de sangre.

Las sanguijuelas son gusanos que se encuentran en hábitats acuáticos o húmedos, excepto polares y marinos. La mayoría viven en aguas dulces, pero también las hay terrestres y otras que habitan en árboles o arbustos, principalmente en zonas tropicales.

Son hematófagas, es decir, se alimentan con sangre. No siempre dependen de ésta para vivir, pero aprovechan cualquier oportunidad de cebarse en algún vertebrado, desde ranas hasta caballos y, por supuesto, humanos.

Las sanguijuelas son hermafroditas y se reproducen mediante el apareamiento sexual, poniendo huevos en nidos cerca del agua, en lugares húmedos y sombreados.

La especie más famosa y la única con propiedades curativas es la Sanguijuela Medicinal Europea, de nombre científico Hirudo Medicinalis. Es un anélido o gusano anillado de color verde o café, que puede medir hasta 20 centímetros.

Cuando encuentra una víctima, se adhiere rápidamente a ella con su ventosa. Dentro de ésta, fauces retráctiles alrededor de la boca desgarran la piel. Con una probóscide semejante a la de un mosquito, succiona la sangre y tarda de 10 minutos a más de una hora en alimentarse, tiempo en que su aspecto cambia de la forma de un cordón a algo parecido a una babosa.

Un anestésico de su saliva reduce las sensaciones de la víctima, lo que permite que ésta no se percate del ataque e intente liberarse del ella. Ya satisfecha, la sanguijuela se desprende, dejando en su víctima una herida que sigue sangrando por varias horas. Esto se debe a una sustancia anticoagulante llamada hirudina, también presente en su saliva.

Los primeros registros de la utilización de las sanguijuelas en la Medicina se remontan al año 1500 antes de Nuestra Era. Los babilonios mencionan en sus manuscritos cuneiformes su uso medicinal en el tratamiento de diversas enfermedades.

En Europa, las primeras referencias acerca de la terapia con sanguijuelas se encuentran dos siglos antes del nacimiento de Cristo, con el médico y poeta griego Nikandros de Colofón, quien las usaba particularmente para el tratamiento de mordidas de serpientes venenosas.

En la época de los romanos, los médicos aprovechaban la capacidad de las sanguijuelas de extraer sangre sin dolor. Durante siglos, fueron utilizadas para tratar un amplio espectro de patologías, con resultados benéficos en algunos casos, tomando en cuenta la escasez de opciones terapéuticas.

En nuestro país, durante la época colonial se abusó de la purga y la sangría pues, como en Europa, eran utilizadas casi para todo mal. Las sangrías se hacían con una lanceta abriendo la vena o por medio de sanguijuelas. Los encargados de hacerlas eran los barberos; así que el médico ordenaba y el barbero procedía.

Era muy común ver en las barberías el criadero de animalitos que pululaban en grandes vasijas de barro o en barricas de madera. Había que renovar con frecuencia su existencia, pues las sanguijuelas que habían chupado sangre no volvían a hacerlo en mucho tiempo.

Con ellas se lograba extraer una gran cantidad de sangre, pues eran utilizadas de 10 a 12 sanguijuelas en cada sangría. También eran usadas en sangrías locales; por ejemplo, se introducían en la garganta para descongestionar las anginas inflamadas.

Muchas de las sangrías y purgas no dieron el resultado esperado; el Padre Tello cuenta lo que le pasó a Gines Vázquez del Mercado, conquistador, capitán y gobernador de la Nueva Galicia, hoy Jalisco, quien enfermó de "unas seguidillas de sangre... le dieron una purga recia, con que luego al punto murió".

Los médicos ingleses y franceses eran grandes partidarios de las sanguijuelas. En 1820 Inglaterra agotó sus reservas y tuvo que importarlas. En esa época, los químicos y barberos las vendían para uso doméstico y muchas familias las conservaban como parte del botiquín.

Bdellatomy es la práctica de cortar ligeramente a la sanguijuela para que la sangre del buche se le derrame. Así, siente que no se ha llenado todavía y continúa succionando en vez de desprenderse. Esta práctica fue publicitada por primera vez en 1868 por el periódico Daily News.

Poco después, las sanguijuelas cayeron en desuso, excepto en algunas partes de Europa y Asia. La terapia fue prácticamente abandonada con el desarrollo de la ciencia médica, aunque los investigadores mantuvieron su interés en las propiedades anestésicas y anticoagulantes de la saliva de este gusano.

Durante el Siglo XX, su uso en la Medicina estuvo circunscrito a eliminar hinchazones. A pesar de su aspecto repugnante, una sanguijuela aplicada a un ojo amoratado u otra contusión puede aliviar rápidamente.

Quien ha sido presa de una sanguijuela, sabe que una característica sorprendente e inquietante reside en que sólo después que este parásito terminó su festín, la persona se percató de que había sido su víctima.

Su saliva contiene varios compuestos que asisten a su alimentación: un anestésico reduce las sensaciones de la víctima, lo que permite que ésta no se percate del ataque e intente liberarse del gusano; un vasodilatador que produce que las venas cercanas al corte se agranden y proporcionen a la sanguijuela un mejor caudal y el péptido anticoagulante hirudina.

Estas propiedades son difíciles de conseguir por otros medios. Como una sanguijuela produce tan poca hirudina, es impráctico extraérsela, por lo que es preferible utilizar al animal vivo. De otra forma, debe sintetizarse usando complicadas y costosas técnicas de recombinación de ADN.

Desde la década de los 80, algunos cirujanos han usado sanguijuelas vivas porque se ha descubierto que su saliva no sólo adelgaza la sangre, también dilata las venas. Se aplican para ensanchar los vasos sanguíneos cuando es necesario unir diminutas arterias y venas al reimplantar algún miembro en víctimas de accidentes o en cirugías plásticas.

La sanguijuela es aplicada al miembro reimplantado, funcionando como una "válvula de escape" para evitar la acumulación de sangre. El procedimiento es indoloro debido al efecto anestésico de la saliva del animal y muy seguro en relación a posibles infecciones.

Como la saliva de las sanguijuelas es muy efectiva para reducir la coagulación de la sangre, hoy día se utilizan vivas o se usa extracto de hirudina en personas con riesgo de sufrir una obstrucción circulatoria.

Las sanguijuelas han regresado a la Medicina como poderosos anticoagulantes y calmantes contra el dolor, como han comenzado a demostrar varias clínicas en Estados Unidos.

El uso médico de este gusano hematófago para evitar coágulos o drenar el veneno del torrente sanguíneo es conocido desde hace milenios, pero recientemente se ha descubierto que producen un analgésico similar a la morfina.

Según un estudio publicado en 2003, la terapia con sanguijuelas reduce la rigidez de las articulaciones y calma el dolor de manera más efectiva que los antinflamatorios tradicionales.

El hospital neoyorquino Continuum Centre for Health and Healing fue el primero en aplicar esta innovadora terapia contra la artritis degenerativa, que produce fuertes y constantes dolores a unos 20 millones de personas en ese país.

Esta clínica, dependiente de la Universidad de Harvard, concluyó en febrero de 2007 la investigación iniciada en octubre pasado sobre el uso de las sanguijuelas, con la aplicación del primer tratamiento en pacientes.

Un antiguo jugador de fútbol americano, Matt Aselton, fue el primero en pagar los 600 dólares que cuesta esta terapia a base de mordeduras de las sanguijuelas para aliviar los dolores que la osteoartritis produce en una de sus rodillas, consecuencia de su carrera como deportista.

Durante una sola sesión, cinco o seis sanguijuelas de la especie Hirudo Medicinalis muerden la zona afectada, segregando una sustancia que calma el dolor y permite recuperar la movilidad por un periodo de hasta seis meses.

A pesar de todo, el sistema tiene sus complicaciones debido a que las sanguijuelas sólo se pueden usar una vez y no en cualquier momento, sino cuando estén hambrientas, ya que en caso contrario no producirán los efectos deseados.

Paralelamente a la dimensión médica, desde que en 2004 la Administración de Alimentos y Fármacos de los Estados Unidos aprobó su comercio como material de hospital, este curioso "instrumento" médico ha generado un próspero negocio con su cría y venta.

La compañía Leeches USA, dedicada a la producción de material de microcirugía, ha sido la empresa pionera en el cultivo y comercialización de las sanguijuelas con fines curativos en Estados Unidos.

Dado que son un producto regulado, Leeches USA las vende únicamente a hospitales y clínicas que apliquen este tratamiento alternativo. En ningún caso las venden a particulares.

Sólo existe una especie de sanguijuela con propiedades medicinales, que son criadas en sus plantas de cultivo en Long Island, Nueva York. La Hirudo Medicinalis sólo cuenta con una esperanza de vida de seis meses.
Según un nuevo estudio italiano, las sanguijuelas también pueden desempeñar un importante papel en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares.

Gracias a los anticoagulantes naturales en su saliva y a su constante succión, mantienen la circulación regular de la sangre de los enfermos. Cuando se adhieren a un paciente, consumen hasta cinco veces su peso corporal.

El 20% de la población italiana padece la llamada enfermedad de hígado graso. Cuando comemos, el cuerpo libera insulina, una hormona que controla el nivel de azúcar o glucosa en la sangre. Si el cuerpo se hace inmune a esta hormona, el páncreas libera más insulina, lo que puede dañar el hígado.

La enfermedad de hígado graso no es mortal, pero puede ser dolorosa y está vinculada a otras enfermedades fatales, incluidas las cardiovasculares.

Los científicos italianos consideran que esta resistencia a la insulina se debe a un exceso de hierro en la sangre. Es por eso que decidieron usar las sanguijuelas, que succionan los glóbulos rojos, donde se almacena el hierro.

Los investigadores les adhirieron sanguijuelas a 128 pacientes, a lo largo de un año. Además, les pidieron que cambiaran sus dietas e hicieran más ejercicios físicos. La mejora que constataron fue significativa.

Si otros estudios corroboran estos resultados, las sanguijuelas podrían tener un enorme impacto en la prevención de enfermedades cardiovasculares.

La desecación y polución de humedales, los pesticidas y la introducción de especies exóticas han exterminado esta especie y hecho raras a la mayoría. Pocas personas en Europa han visto jamás una sanguijuela en su medio natural.

Las sanguijuelas están protegidas en numerosos países por su disminución, consecuencia de la destrucción de su hábitat y la contaminación. Al final del siglo XIX, más de 50 millones de sanguijuelas medicinales poblaban los pantanos y estanques de Francia. Hoy en día está extinta en estado salvaje.

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